El tener
una vida académica tan atípica como la mía, proporciona momentos
de lo más variado. El Bachillerato, por razones que no vienen al
caso, lo hice en una Academia, próxima a mi casa en lugar de acudir
al Instituto. Estaba situada en un viejo caserón, de a saber cuantos
siglos de existencia, sito en un barrio céntrico de mi ciudad, de
esos que en su momento fueron señoriales, pero que con el paso de
los años y la dificultad de rehabilitarlos, perdieron todo su tronío
para ir cayendo en el deterioro.
El
alumnado lo constituíamos una variada fauna (nunca mejor aplicado
este apelativo a una colectividad humana) lo formábamos la élite de
la ciudad, lo mejor de cada familia, lo más granado y selecto de la
sociedad. Supongo que todos habrán entendido que el tono con que lo
digo es plenamente irónico. Sin lugar a dudas batíamos todos los
límites en cuanta al número de expulsiones por clase, era raro el
ejemplar que no hubiera pasado por dos, tres, hasta cinco, centros
educativos que habían decidido renunciar a su presencia. Eramos las
Naciones Unidas de las pandillas que por entonces poblaban nuestra
ciudad..
El
mobiliario con el que estaban dotadas las aulas, mostraba en sus
tableros importantes inscripciones, en un principio las atribuimos a
los egipcios, pero, posteriormente, nos enteramos que su origen era
más reciente, pertenecían a los planes de alfabetización de la
República. Según los rumores que corrían, las autoridades
nacionales, preocupadas de que contuvieran virus rojos, las
subastaron al mejor postor y se las adjudico nuestro querido director
Don Ricardo.
¿Por
qué digo esto?. Pues bien sencillo, para que se entienda como pudo
suceder lo que voy a contar:
Resulta
que la asignatura de Filosofía no era nuestra preferida, si es que
había alguna, y el profesor del que disponíamos, curtido en mil
batallas intentando ilustrar a los pollinos, se limitaba a leer
cansinamente el libro de la asignatura, lo que hacía que la
asistencia a clase careciera de todo interés.
Por ese
motivo mi amigo Luis y yo decidimos desplazarnos a la última fila a
jugar una emocionante partida de barquinos, mientras aparentábamos
prestar la máxima atención y tomar numerosos apuntes.
Una voz
monótona decía:
- Renatus
Cartesius, llamado Descartes, es un filósofo francés nacido en La
Haye en 1596 perteneciendo a la Baja Nobleza, estudió con los
Jesuitas...
- E11
- Agua
- … donde adquirió importantes conocimientos de cultura clásica, física y matemáticas...
- C3
- Agua
- … Posteriormente curso derecho y medicina en la Universidad de Poitiers...
- C8
- Tocado
- … Desarrollo una importante labor investigadora en París...
- B3
- Joder, hundido
- ¡bien!
- … su principal obra es “Discurso del método”, obra fundamental...
- C7
- Tocado
- … precursora del racionalismo occidental...
- D5
- Tocado, ¡¡Cabrón!! me pillas todas.
- A ver, ¿qué están haciendo ustedes?
- E11
- Agua
- … donde adquirió importantes conocimientos de cultura clásica, física y matemáticas...
- C3
- Agua
- … Posteriormente curso derecho y medicina en la Universidad de Poitiers...
- C8
- Tocado
- … Desarrollo una importante labor investigadora en París...
- B3
- Joder, hundido
- ¡bien!
- … su principal obra es “Discurso del método”, obra fundamental...
- C7
- Tocado
- … precursora del racionalismo occidental...
- D5
- Tocado, ¡¡Cabrón!! me pillas todas.
- A ver, ¿qué están haciendo ustedes?
El
silencio se hizo en el aula, la tragedia se mascaba. Miramos hacía
los preciosos artesonados de lo que en su momento fue un salón, como
si no pasara nada, como si el profesor no hubiera oído bien... pero
no hubo éxito...
- Sí, ustedes, no se hagan los tontos. ¡La última mesa! ¡A la calle!
Nos
miramos Luis y yo, de repente la misma idea surge en ambas cabezas,
una sonrisa entre irónica y malvada adorna nuestro rostro, movemos
una sola vez la cabeza afirmando, desplazamos nuestras sillas hacia
atrás, dejamos nuestro cuadernos sobre ellas, sin decir nada,
levantamos nuestra mesa, nos desplazamos con ella al balcón abierto,
sin dudarlo un momento, la lanzamos en medio de la calle, se escucha
un golpe, unos gritos y un frenazo, regresamos a nuestras sillas, nos
sentamos y con nuestros cuadernos nos disponemos a continuar la
clase.
Aquel
día no logramos enterarnos de lo que decía el Descartes ese.
Jurame que fuiste capaz de hacer eso!!!!! Os debió caer una buena!! Jajaja mi sueño hecho realidad por mi primoooo. Te admiro, te venero, te idolatro.
ResponderEliminarAbrazos a ti y a Descartes
Pues es cierto, siempre he sido un poco "acrata", lo que no puedo asegurar es que fuera en la clase de Descartes. Yo no sofrí muchas consecuencias, era el niño mimado del Director, una semana de almorzar en el despacho de Doña Pilar (la mujer del Director, que era una bruja), Luis, por no discriminar, recibió el mismo castigo.
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