Delta
de Venus
Anaïs Nin
Hoy
el erotismo escrito por mujeres está dominado por su faceta más
conservadora, la de la mujer sumisa, la mujer sometida al hombre. Ahí
tenemos “Cásate y se sumisa”, que aunque carezca de escenas de
sexo, es auténtica pornografía mental. En Estados Unidos el Tea
Party, al que no le disgusta los penes liberados ni le hacen asco a
una buena penetración, nos obsequian con libros como “50 sombras
de Grey”. La idea central es la misma, la autoridad prácticamente
absoluta del hombre sobre la mujer y en ambos casos lo más
sorprendente es que son las mujeres las que quieren ser anuladas,
sometidas y golpeadas por el hombre (¿Tendrá algo que ver con esto
la nueva campaña contra la violencia de género del gobierno).
Con
tanto machismo femenino no viene mal un poco de aire fresco y
recurrir a una clásica colección de cuentos pornográficos (como
tal los vendió la autora) escritos en los años 40 por Anaïs Nin.
Según cuentan Anaïs, de padre español, vivía en el entorno
bohemio y liberal de aquellos años en París, junto a escritores
como Henry Miller. Recibió una oferta sustanciosa por parte de un
multimillonario norteamericano para escribir una serie de relatos
pornográficos, “Delta de Venus” es una de las colecciones en las
que se han publicado.
En
estos relatos no vamos a encontrar la sumisión de la moda actual,
vamos a encontrar un sexo lleno de pasión, atrevido, variado... en
el la mujer adquiere un papel muy activo, el sexo es un elemento más
de su independencia, de su liberación. Como relatos pornográficos
que son no ahorran detalles ni rehuyen las formas más raras de
afrontar la sexualidad, la homosexualidad, el fetichismo, el sexo en
grupo, el sado-masoquismo... aparecen en sus páginas, pero todo ello
escrito con elegancia, donde las sensaciones y los sentimientos
muestran toda su intensidad, los esquemas de relación son sumamente
ricos (no solamente “rico deslumbra chica, se la pasa por la piedra
y la domina), parejas de todo tipo, tríos, grupos... en ocasiones
domina, pero poco, el hombre, en otros es la mujer, no hay un esquema
unilateral y monolítico de lo que ha de ser el sexo.
Evidentemente,
para aquellos que vemos el sexo como una forma de disfrutar y hacer
disfrutar, donde los límites los ponen aquellos que van a participar
en el juego, un conjunto de relatos como este es mucho más
gratificante que el morbo de poseer una enclava sexual como el señor
Grey.
Yo,
desde luego, os animo a leer a Anaïs Nin, es una gran escritora.
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