Blacksad: Un lugar entre las sombras.
(Dedicado a mi sobrino
Pablo)
El cómic es un mundo minoritario donde
es difícil triunfar y más en un país como España donde su lectura
no se puede comparar con otros países como Francia o Italia. Pero
una pareja de Españoles a conseguido en su primer obra un éxito
arrollador en Europa.
Juan Díaz Canales es el guionista,
trabajo que ya desarrollaba para productoras de películas animadas,
y Juanjo Guarnido, siempre dedicado al dibujo, aunque tuvo que hacer
diversas cosas pues la industria en España es mínima. Ambos se
unieron para hacer su propio cómic, una historieta policíaca con
animales antropomórficos según el esquema de la más clásica
novela negra. Para publicarla, como no, tuvieron que irse a Francia.
Desde entonces su serie ha sido un éxito, han ganado multitud de
premios, entre ellos dos Eisner (el Oscar del Cómic) en San Diego,
al mejor ilustrador y al mejor álbum internacional.
Por el hecho de que se emplee animales
antropomorfos, al estilo Disney, no hay que pensar en una obra
destinada al público infantil, es un libro para el público adulto,
donde la selección del animal a representar a cada personaje esta
muy meditado, es una expresión de su rol, de su carácter, de su
papel... nos ayuda a crearnos, sin tener que dedicar a ello un
espacio siempre escaso en el cómic, una idea y una impresión de sus
características.
El guión es digno de una película de
serie negra, podría estar sacado de una novela de Deshiell Hammett o
Raymond Chandler, con su detective solitario, tocado por la vida,
rodeado de tipos peligrosos, mafiosos, policías corruptos... y, como
no, con bellas mujeres en las que ejercer el atractivo del lobo
solitario. Una historia que engancha, que intriga... que desea seguir
leyendo para enterarte de lo que sucede.
En cuanto al dibujo, es algo increíble,
sumamente cuidado, con un empleo meditado del color y los grises,
utilizándolos para transmitir sensaciones al lector, en cada viñeta,
antes de verla, de leerla, ya nos hace intuir el ambiente de la
escena. Emplea el plano como si de un director cinematográfico se
tratara, no duda en dibujarnos picados de vértigo, primeros planos
de rostros expresando, pena, miedo, cariño... escenas que parecen
rodadas con grandes angulares... El orden y el tamaño de las viñetas
hace que nuestro cerebro elabore las escenas a su ritmo correcto, es
como si viéramos una película. Finalmente, una vez acabado y
habiendo disfrutado de la historia, se vuelva a mirar, sin leer los
bocadillos, fijándose en los detalles de cada dibujo, desde la
mansión de la primera página hasta la perspectiva nocturna de la
calle de New York.
Sin lugar a dudas se trata de una obra
de arte, un álbum destinado a ocupar un lugar importante en la
historia del cómic.
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