Una
tierna historia que sale de la pluma de Zidrou, acompañada por el
dibujo del belga Benoît
Springer. El dibujo de Benoît recuerda algo al de su compatriota
Herge, un dibujo sencillo, expresivo, espontaneo, destinado a
comunicar una historia sin asumir un papel protagonista. Su esquema
de componer las viñetas es clásico y uniforme, casi siempre
formando tres filas, con todas las viñetas rectangulares, sin
alardes en los diseños de las página y eligiendo muy bien el tema
de cada una, todo ayuda a facilitar la lectura de la historieta. El
color es vivo sin ser saturado. En resumen, una gran labor de un
artesano eficaz. Pienso que es un acierto su elección y que no
desmerece con los dibujantes españoles con los que suele trabajar
Zidrou.
Zidrou
es un guionista que ha sabido dar a su obra un sello particular, sus
historias, llenas de realismo (en un mundo tan fantástico como el
del cómic) están impregnadas de sentimientos, son intimistas,
penetran con agudeza en el mundo interior de la gente corriente. En
esta historia nos adentra en las sensaciones de una joven al
rememorar su infancia con motivo de la muerte de su padre, nos
encontramos ante una persona que siempre se ha sentido una segunda
opción, el ser sustituta de una hermano muerto de niño, abandonada
de su madre y con un padre obsesionado con su profesión, la muerte
de este último desata en ella los recuerdos. La historia nos va
haciendo un retrato emocional de la protagonista, en su relación con
su familia, sus amistades... y el efecto que ejerce un descubrimiento
que hace que cambie su imagen sobre el pasado.
Un
cómic lleno de ternura que deja un buen sabor de boca. Da gusto leer
historias que podrían ser las nuestras.
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