Segunda
novela gráfica de la joven autora francesa Julie Maroh, que se dio a
conocer con su excepcional "El azul es un color cálido",
llevada al cine con el título "La vida de Adéle".
En
esta ocasión, siguiendo el tema, su dibujo se hace más esquemático
y confuso, si en su anterior libro empleaba un trazo fino en esta el
trazo se hace grueso, inseguro, el color toma protagonismo y se
satura. El dibujo pretende adquirir un papel propio por encima de ser
soporte de un relato, busca valores estéticos, transmitir
sensaciones... algo que consigue con habilidad en algunas grandes
viñetas y en algunas escenas.
De
nuevo en esta novela Julie nos muestra su interés, casi filosófico,
de penetrar en la esencia del ser humano. En esta ocasión se adentra
en la reflexión del comportamiento cuando desaparecen las
limitaciones éticas del entorno social, cual sería nuestra forma de
actuar si nuestro entorno no nos exigiera someternos a ciertas
normas. Para hacerlo toma como protagonista a un cantante con un
poder de arrastrar a las masas casi infinito, el culmen del fenómeno
fans, pero sería valido para cualquier persona capaz de generar una
gran influencia sobre los demás, como lideres políticos o
religiosos. Aparentemente puede parecer que trata del mundo de la
canción y la creación, pero, para mí, transciende a un
planteamiento mucho más amplio. El ser humano, sometido a la
omnipotencia, se sitúa por encima de todos los que le rodean, se
aleja tanto de su entorno social que termina por encerrarse en si
mismo, por asimilar plenamente el mito de Narciso, solo es capaz de
sentir empatía por si mismo, la egolatría adquiere todo su sentido.
Pero como en el mito griego, ese es un proceso autodestructivo, un
camino cuya única salida para encontrar el alivio es la propia
destrucción, la muerte.
Es
un cómic interesante, con un dibujo, en ocasiones, muy atractivo,
con un relato bastante confuso y difícil de seguir. Para mi no
alcanza la sensibilidad y la capacidad narrativa de su primera obra.
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