Últimamente la soledad es mi
compañera, le he tomado el gusto, es una gran compañera, no te pide
nada, al contrario, te da todo, desde luego, mucho mejor que otras
compañías. Si la traicionas, si algún día le fallas, no siente
celos, su corazón es muy grande, tiene para todos. Si la abandonas,
te recibe de nuevo sin recriminaciones, silenciosa, abrazándote. Es
inteligente, no la puedes engañar, es tonto mentirle.
La soledad es fértil, está abierta a
la creación, te invita a la introspección. Es impúdica, siempre
quiere verte desnudo, ella misma se desnuda. Existe, a caso, una
intimidad más pura que su compañía. Es una amante fiel, nunca te
abandona, Es una amiga, siempre te escucha.
Sin su existencia todo lo bueno se
perdería, sin ella perderíamos a nuestro Hidalgo Manchego, sin ella
no escucharíamos “Para Elisa”, sin ella moriría el arte mismo.
Todo lo bello que ha hecho el hombre está fertilizado por ella.
¡Qué estúpidos somos!, para vivir
renunciamos a su amor, para vivir huimos de nosotros mismos. Solo en
su compañía podemos de dejar de fingir, solo en su compañía
podemos llorar a gusto, solo en su compañía podemos callar, solo
con ella podemos tener nuestra propia compañía. Como diría Cioran
“Las lágrimas solo son ardientes en la soledad”.
El enamoramiento nace de ella, solo en
su regazo sentimos la añoranza del otro, solo con ella sentimos esa
pena, esa alegría, ese deseo, esa esperanza, esa desesperación, ese
sueño, esa pesadilla... que acompaña al amor, que llena sus horas,
sus días, sus años, sus siglos. ¿Lo demás?, ¿qué?, un misero
instante.
¿Y a la hora de la muerte?. Qué mejor
compañera, firme, inalterable, consoladora, callada... te permite
afrontar con lucidez ese momento supremo, no te hace falta
interpretar tu último acto, no hay público, tu y la muerte en su
única compañía. El querer rodearse de familia, de amigos en esa
hora, es por incapacidad de afrontarlo, es intentar descargar en los
demás un instante tan intimo.
Por todo ello, te amo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario