Valencia 21 de enero de 1981
Es difícil hablar de
algo tan distante no tanto en el tiempo como en las circunstancias,
para mí las cosas han cambiado mucho desde aquellos días, pero es
posible que sea una de las épocas que más me han marcado, ha sido
fuente de numeroso problemas pero me ha enseñado que los hombres, en
si mismo, tienen su propia identidad, que con independencia de lo que
lo rodea, cada uno tiene dentro de si algo muy grande, que una
persona es capaz de ser independiente, que dentro de ella se
desarrollan las más bellas ilusiones y propósitos, me ha enseñado
que el hombre es un ser transcendental, que lleva en su propia
esencia la necesidad de libertad, de actuar de una forma particular,
de influir en el proceso histórico en mayor o menor medida, pero
siempre aportando su pequeño grano de arena en la historia de la
humanidad.
Muchos pensaran que la
circunstancia en que me encontraba ante de la operación era digna de
compasión, aun hoy día, una vez superada esa circunstancia, mucha
gente se compadece de lo que me ha tocado vivir. Se que sus
intenciones son buenas, pero ellas se compadecen por que nunca han
vivido algo semejante, se encuentran inmersas en una vida y
frecuentemente piensan que fuera de ella no hay nada. Desde ese punto
de vista yo era digno de compasión, no he disfrutado de una infancia
y una juventud normal, he tenido que permanecer durante años unas
circunstancias que no me han permitido hacer aquello que hacían los
de mi edad, he tenido que permanecer durante meses encerrado dentro
de casa, los juegos y diversiones que disfrutaban los demás han
permanecido cerrados para mí.
Pero yo no he sido un
desgraciado, he echado de menos muchas cosas que no podía alcanzar,
me he sentido marginado por los de mi edad, pero jamás ha
representado para mi una auténtica postración. Durante los años
que permanecí enfermo jamás dejé de vivir. No vivía en el mundo
de todos, vivía en mi mundo, creado por mi, tan real como el de los
demás, que se regía según mi imaginación.
En aquella época mi
fantasía se disparaba con facilidad, yo vivía dentro de ella,
llegaba muy lejos, mi mente me daba mucho más de lo que los de mi
edad poseían. Yo creía, o mejor imaginaba, que el mundo estaba
lleno de amor, que todos buscábamos el bien de los demás, que el
respecto entre las personas era tan grande que permitía actuar a
cada cual con absoluta libertad. En mis sueños, aunque estos se
dieran cuando estaba despierto, las personas actuaban con sinceridad,
con absoluta naturalidad, eran tal como son, sin interpretar ningún
papel, sin necesidad de suponer o interpretar lo que los demás
sentían o pensaban. En ese mundo fantástico, que se encontraba
dentro de mí, si alguien deseaba algo, lo expresaba, si pensaba
algo, lo decía, era un mundo fácil, en que todo se toleraba y todo
se respetaba, era al fin de cuentas un mundo ideal, construido por la
fantasía, donde reinaba el amor y la compresión y que aun hoy día,
después de tanto tiempo aun sigo añorando.
Era feliz de otra
forma, en ese mundo me sentía como pez en el agua, era mi mundo, no
conocía el mundo real, para mi era así el mundo que me rodeaba, yo
pensaba que allí donde mi enfermedad no me permitía llegar, las
cosas eran tal y como yo imaginaba, no tenía motivos para pensar que
las cosas fueran de otro modo.
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