miércoles, 24 de octubre de 2012

La academia I: El racionalismo de Desacrtes


El tener una vida académica tan atípica como la mía, proporciona momentos de lo más variado. El Bachillerato, por razones que no vienen al caso, lo hice en una Academia, próxima a mi casa en lugar de acudir al Instituto. Estaba situada en un viejo caserón, de a saber cuantos siglos de existencia, sito en un barrio céntrico de mi ciudad, de esos que en su momento fueron señoriales, pero que con el paso de los años y la dificultad de rehabilitarlos, perdieron todo su tronío para ir cayendo en el deterioro.

El alumnado lo constituíamos una variada fauna (nunca mejor aplicado este apelativo a una colectividad humana) lo formábamos la élite de la ciudad, lo mejor de cada familia, lo más granado y selecto de la sociedad. Supongo que todos habrán entendido que el tono con que lo digo es plenamente irónico. Sin lugar a dudas batíamos todos los límites en cuanta al número de expulsiones por clase, era raro el ejemplar que no hubiera pasado por dos, tres, hasta cinco, centros educativos que habían decidido renunciar a su presencia. Eramos las Naciones Unidas de las pandillas que por entonces poblaban nuestra ciudad..

El mobiliario con el que estaban dotadas las aulas, mostraba en sus tableros importantes inscripciones, en un principio las atribuimos a los egipcios, pero, posteriormente, nos enteramos que su origen era más reciente, pertenecían a los planes de alfabetización de la República. Según los rumores que corrían, las autoridades nacionales, preocupadas de que contuvieran virus rojos, las subastaron al mejor postor y se las adjudico nuestro querido director Don Ricardo.

¿Por qué digo esto?. Pues bien sencillo, para que se entienda como pudo suceder lo que voy a contar:

Resulta que la asignatura de Filosofía no era nuestra preferida, si es que había alguna, y el profesor del que disponíamos, curtido en mil batallas intentando ilustrar a los pollinos, se limitaba a leer cansinamente el libro de la asignatura, lo que hacía que la asistencia a clase careciera de todo interés.

Por ese motivo mi amigo Luis y yo decidimos desplazarnos a la última fila a jugar una emocionante partida de barquinos, mientras aparentábamos prestar la máxima atención y tomar numerosos apuntes.

Una voz monótona decía:

-   Renatus Cartesius, llamado Descartes, es un filósofo francés nacido en La Haye en 1596 perteneciendo a la Baja Nobleza, estudió con los Jesuitas...
-   E11
-   Agua
-   … donde adquirió importantes conocimientos de cultura clásica, física y matemáticas...
-   C3
-   Agua
-   … Posteriormente curso derecho y medicina en la Universidad de Poitiers...
-   C8
-   Tocado
-   … Desarrollo una importante labor investigadora en París...
-   B3
-   Joder, hundido
-   ¡bien!
-   … su principal obra es “Discurso del método”, obra fundamental...
-   C7
-   Tocado
-   … precursora del racionalismo occidental...
-   D5
-   Tocado, ¡¡Cabrón!! me pillas todas.
-   A ver, ¿qué están haciendo ustedes?

El silencio se hizo en el aula, la tragedia se mascaba. Miramos hacía los preciosos artesonados de lo que en su momento fue un salón, como si no pasara nada, como si el profesor no hubiera oído bien... pero no hubo éxito...

-   Sí, ustedes, no se hagan los tontos. ¡La última mesa! ¡A la calle!

Nos miramos Luis y yo, de repente la misma idea surge en ambas cabezas, una sonrisa entre irónica y malvada adorna nuestro rostro, movemos una sola vez la cabeza afirmando, desplazamos nuestras sillas hacia atrás, dejamos nuestro cuadernos sobre ellas, sin decir nada, levantamos nuestra mesa, nos desplazamos con ella al balcón abierto, sin dudarlo un momento, la lanzamos en medio de la calle, se escucha un golpe, unos gritos y un frenazo, regresamos a nuestras sillas, nos sentamos y con nuestros cuadernos nos disponemos a continuar la clase.

Aquel día no logramos enterarnos de lo que decía el Descartes ese.

2 comentarios:

  1. Jurame que fuiste capaz de hacer eso!!!!! Os debió caer una buena!! Jajaja mi sueño hecho realidad por mi primoooo. Te admiro, te venero, te idolatro.
    Abrazos a ti y a Descartes

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  2. Pues es cierto, siempre he sido un poco "acrata", lo que no puedo asegurar es que fuera en la clase de Descartes. Yo no sofrí muchas consecuencias, era el niño mimado del Director, una semana de almorzar en el despacho de Doña Pilar (la mujer del Director, que era una bruja), Luis, por no discriminar, recibió el mismo castigo.

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