lunes, 26 de noviembre de 2012

LIBRO: El exiliado de aquí y allá.


Un pequeño libro de Juan Goytisolo, con su especial forma de narrar las historias. Un argumento surrealista, que se va pintando a lo largo de una serie de retazos, como pinceladas, que van formando la imagen, tal como hacen los pintores impresionistas.

Una historia onírica, secuela de su “Paisajes después de la batalla”, donde se confunden el mundo real con el mundo imaginario, lo vivo con lo muerto, donde el mundo cibernético se convierte en realidad confundiéndose con ella misma. Tenemos una pesadilla, la pesadilla de nuestro mundo obsesionado por el consumo, donde nadie es lo que debe ser, y todos somos actores.

Como siempre, su literatura es crítica, ácida, mordaz, iconoclasta, pesimista, que no es objeto de la ira de ciertos círculos, porque son incapaces de entender lo que está diciendo.

No es fácil de leer, como todas sus obras. A mi me gusta leerlo sin intentar comprenderlo, dejando que me transmita sus impresiones, más como si se tratara de una poesía. Después siempre hay tiempo para extraer su sustancia y “razonar” sus palabras.

lunes, 19 de noviembre de 2012

¡¡¡¡¡ YA SOY TÍO ABUELO !!!!!


LIBRO: Prohibited Book



Son libros para disfrutar del dibujo. El mundo de Luis Royo, es un mundo de fantasía de países extraños, seres monstruosos y, fundamentalmente, bellistas mujeres, amazonas, seguras, con iniciativa, son las dominadores de los mundos empleando su mejor arma, la seducción, la sensualidad de sus cuerpos y los sentimientos que transmiten sus rostros. Es un mundo lleno de erotismo, de sensualidad, donde se disfruta las curvas de los blancos cuerpos, destacando sobre fondos oscuros, en ambientes apocalípticos.

En este libro va más allá, no esconde nada, no pretende ser políticamente correcto, en el ha plasmado sus sueños más húmedos, sus fantasías más tórridas, las obsesiones más ocultas, un mundo nacido del mito de la bella y la bestia, donde la bestia, es eso, una bestia, un ser monstruoso portador del falo, con él interactua la delicadeza del cuerpo femenino sin falsos pudores, con deleite, buscando golosamente poner a prueba su cuerpo en una lucha sin armas contra el monstruo, un monstruo que cae gozosamente derrotado ante el ímpetu femenino.

Su introducción es toda una declaración de intenciones, basten de muestra algunas frases de ella:

“… olvidéndonos de la vieja perogrullada de si erotismo, si pornografía. Busquemos un rincón tranquilo, un silloncito confortable y blando, aunque también sirve una cama con sábanas llenas de pliegues. Cojamos el libro y apoyémoslo en el brazo del sillón o de la almohada, y movamos sus páginas con la mano izquierda...”

...Con el dedo índice, o quizás con el indice y el corazón estirados mientras los demás quedan relajados o formando con ellos una hermosa “O” según seamos de sexo femenino o masculino...”

... Espero que cuando este libro llegue a su fin, la mano quede impregnada con los sagrados líquidos de nuestras entrañas y que las páginas hayan salido ilesas de la hazaña.”

Con tales palabras queda claro que no es un libro para mentes pecatas, los puritanos meapilas se escandalizarán sin dudarlo, por eso les aconsejo que no se acerquen a él, así evitaren sus sentimientos de remordimiento y una larga explicación al cura sobre lo visto, y los demás podamos disfrutar sin escuchar sus rasgaduras de vestiduras (de lo más erótico, por cierto) ni sus amenazas de fuegos eternos.

Es un libro para los amantes de la belleza y el cuerpo.

sábado, 17 de noviembre de 2012

LIBRO: "El abuelo que saltó por la ventana y se largó." de Jonas Jonasson


Un simpático libro, sin duda, aunque más podíamos considerarlo una colección de anécdotas cómicas con un personaje que le sirve de hilo narrativo. A lo largo de la novela se alternan con total precisión un capítulo basado en la historia de la fuga del centenario personaje y otro de su compleja biografía, pero no como cabría esperar como una serie de “recuerdos” que van saliendo a lo largo del argumento principal, no tienen ninguna relación.

No se trata de un libro que se detenga en los personajes, todos ellos son bastante superficiales, incluso el protagonista, aunque no es de extrañar, han de ser grotescos, como los personajes de Muñoz Seca, han de ser caricaturas de arquetipos. Los capítulos me recuerdan en cierto modo al club de la comedia, cogen un tema, un personaje de la historia del siglo XX, y en torno a él va sucediéndose una serie de gags. Evidentemente, no nos hemos de tomar en serio a los personajes reales, son tan fantásticos como los inventados.

Yo creo que con el material que luce en el libro, sin perder el tono, podría haber cuidado más el relato, sobre todo el principal, que queda un poco frío, a lo que no ayuda nada el continuo corte de la trama para pasarse a otras cosas.

En resumen, un libro entretenido, a ratos divertido y en ocasiones te ríes a gusto, una obra que proporciona buenos momentos, aunque carente de un discurso más claro, más intrigante,

martes, 13 de noviembre de 2012

El coronel.




Yo soy hijo de militar, por esa razón viví durante bastante tiempo en instalaciones militares. Una de ellas era la de Bétera, una de las más importantes, si no la más, de la tercera región militar, según la antigua distribución del ejercito. Allí existían una serie de pequeños chalets donde podían vivir los oficiales con sus familias. Mi padre era capitán y por ese motivo residíamos en el campamento en una de esas viviendas.

Para comunicarlas con Valencia existían una serie de autobuses del propio ejercito que hacían el recorrido Bétera-Valencia y viceversa varias veces al día. El ejercito, por lo menos entonces era muy clasista, por ese motivo, aquellos autobuses se encontraban divididos en zonas, como los autobuses del sur de EEUU antes de las campañas de los Derechos Civiles, los primeros asientos, los que se consideraban mejores, estaban destinados a los jefes, el Comandante y los Coroneles, y a sus familias, como eran pocos, siempre tenían asiento e iban muy anchos. Las siguientes filas, el el centro del autobús, se encontraban los asientos de los oficiales, los que nos correspondían a nosotros, aunque eramos más, no solía haber problemas de espacio. En la cola, en la parte trasera, es donde se tenían que acomodar como podían la tropa, que naturalmente eran muchos más.

El caso es que un día caluroso de verano de 1960, mi madre estaba embarazada de mi hermano pequeño, ya debía de estar bastante gorda, el embarazo era de ocho meses. El caso es que por algún motivo que desconozco, tenía que ir conmigo a Valencia. Como era costumbre, mi madre se puso en los asientos centrales, los que le correspondían. Dio la casualidad que el Coronel iba en el primer asiento, junto al conductor y que el resto de los asientos de los jefes estuvieran libres, muy amable, en vista del estado de mi madre, nos invito a pasar a la parte de delante para evitar posibles mareos.

El autobús se puso en marcha, yo me quedé fijamente mirando al señor que iba en el asiento de delante y que había sido tan amable. Ya entonces, a pesar de mi edad, sentía ganas de saber los motivos de las cosas, por ese motivo, ni corto ni perezoso, dije en voz alta:

  • Mama, ¿por que este señor no tiene pelo?.

Mi madre quiso que se le tragara la tierra, con una muestra de total falta de educación, había llamado calvo al mismísimo Coronel. Evidentemente, me riño indicándome que esas cosas no se hacían y se disculpo, muy azorada, ante el jefe. Afortunadamente, no era un cascarrabias, y quitando hierro a la cosa dijo:

  • No se preocupe, tiene toda la razón, ya se sabe que los niños y los tontos siempre dicen la verdad.

Lo que no me quedo muy claro es si me consideraba entre los unos o los otros o, quizás, en ambos.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Pudor



¿Qué es el pudor?, está claro que es una idea muy empleada por las religiones que reniegan del cuerpo. No es de extrañar, al fin y al cabo el pudor es una vergüenza del cuerpo, el pudor es intentar ocultar a nuestro cuerpo de la vista de los demás, si plantemos al ser humano como un alma o un espíritu “encerrado” en un cuerpo, que afortunadamente abandonaremos el día del juicio final, está claro que tenderemos a ocultar nuestra piel. Una buena prueba de lo dicho la tenemos con el gurkha en Afganistán, el pudor llega hasta tal punto de exigir la ocultación total del cuerpo.

¿Qué no es el pudor?: evidentemente no es una idea natural, no procede de la naturaleza, el pudor no nace en nosotros por el hecho de ser humanos. En primer lugar, el pudor no existe en el Reino Animal, ningún ser vivo siente pudor, no es un sentimiento instintivo. ¿Es humano?, para que fuera algo inherente al ser humano, para que el pudor se produzca por el hecho de ser humano, si el pudor surgiera de nosotros, tendría que ser universal.

Quien sabe algo de antropología sabe que existen culturas donde no existe el pudor al desnudo, de hecho, en la misma Europa, en la antigüedad clásica, el desnudo no causaba pudor.

Entonces, ¿cómo es que sentimos pudor?. Los sentimientos y las ideas de los seres humanos no solo proceden de su naturaleza, también proceden de su entorno cultural, son aprendidas en la familia, en el trato con los demás. Es dentro de este entorno donde el pudor encaja perfectamente.

Si el pudor fuera intrínseco al ser humano, lo sentiríamos todos por igual. Pero no es así, depende claramente de la cultura, en ciertas tribus el pudor no existe o no existía hasta que los misioneros lo han enseñado. Por contra, en otras culturas, como la anteriormente comentada de Afganistán, el pudor alcanza una dimensión total, exige la ocultación total del cuerpo.

Pero esas diferencias no solo son geográficas, son también históricas: en el antiguo Egipto, la vestimenta era un signo de poder, de riqueza, no intentaba ocultar el cuerpo, al contrario, el torso permanecía desnudo de cintura para arriba y la mayoría del servicio iba desnudo o con taparrabos. En la Grecia Clásica, es todo lo contrario en lo que se refiere al hombre, existe un culto al cuerpo y su exhibición, no era lo mismo en las mujeres patricias. En Roma el pudor gano terreno, pero en lugares públicos, no así en el baño.

En la América Prehispánica no existía la idea de pudor, de hecho; Colón a relatarle a Fernando el Católico, lo que había encontrado decía: “Tan dócil y tan pacífica es la gente que juro a sus Majestades que no hay en el mundo entero pueblo que sea mejor. y aunque anden desnudos, sin embargo su comportamiento es decente y digno de alabanza”. No sentían pudor del desnudo, de hecho en sus ritos religiosos solían ir desnudos. Todo eso cambio con la evangelización y las frecuentes violaciones por parte de los europeos.

En Europa, con la llegada de las religiones orientales, el pudor gana mucho terreno, se siente pudor el enseñar algo más que las manos y el rostro, las vestimentas se alargan hasta los pies y las mangas son imprescindible. Con el Renacimiento, las piernas sieguen siendo causa de pudor, no así el busto que empieza a mostrarse en escotes, y los antebrazos al acortar la manga.
En Occidente, cada vez han ido a menos las zonas causantes del pudor, hoy día hasta las monjas muestran el tobillo sin ningún pudor, cuando hace poco más de un siglo nuestras abuelas se ruborizaban si por algún motivo se les veía. Evidentemente, hoy el pudor ha quedado limitado a los órganos sexuales y algo a los senos.

Creo que es palpable que el pudor es tan producto de la cultura como la moda en el vestido.

¿Por qué sentimos pudor?, porque lo aprendemos a medida que nos vamos haciendo mayor, primero por la imitación, si la madre se tapa el cuerpo al salir de la ducha, si se cierra la puerta a la ora de cambiarse de ropa, si se les dice, no te cambies aquí, cámbiate a escondidas... Se va creando en nosotros que el cuerpo es algo malo, que debe ocultarse, al menos los órganos sexuales. Evidentemente, los hijos de una familia nudista no sentirá inicialmente pudor, aunque, con posterioridad, la presión, las burlas, los insultos y la violencia terminan por causarle ese “pudor”.

¿Es fácil quitarse el pudor?. Sí, tan fácil como quitarse la costumbre de morderse las uñas, lo digo por propia experiencia, es suficiente con asumirlo, ir desnudo cuando estás a solas, empiezas a sentirte cómodo sin ropa, empezar a quitarse la costumbre de cerrar puertas y cortinas al cambiarse y bañarse, no hacer equilibrios en vestuarios y baños públicos, sin mucho esfuerzo te ven los de tu casa, te ven en vestuarios, te ve la vecina... Ya no te incomoda que la gente te vea desnudo.

¿Que pasa las primeras veces?. Sobre todo en los hombres existe el temor a sufrir una erección en caso de encontrarse a una mujer desnuda, no es así, te aseguro que no pasa nada, además, la erección es algo natural, no escandaliza a nadie. Yo he ido a una playa nudista y no me ha pasado nada.

Para que hacer el esfuerzo. Porque la sensación de no llevar ropa, sobre todo en el baño, es francamente muy agradable, incluso el hecho de compartir la no ocultación del cuerpo rompe barreras de comunicación.

Pero. Si hay un pero, ojo con los pudibundos, con los enemigos del cuerpo, su comportamiento es hostil, violento, no solo exigen su derecho a ir vestidos (algo que por supuesto tienen), también exigen el “derecho” a que los que están a su alrededor no tengan derecho a ir desnudos.

Lo sé muy bien por experiencia, tuve la poca fortuna de casarme con una mujer de una familia muy religiosa, me han hecho la vida imposible. Cuidado con estás personas, suelen ser cerradas, imposible de razonar con ellas y, lo peor, muy vengativas.

martes, 6 de noviembre de 2012

La Academia III: En el laboratorio de química


Don Ricardo, el Directos y profesor de química, era bastante despistado, como ya hemos visto con “Don Hipólito”, en ocasiones, este despiste llegaba a dar un aviso y saltárselo a continuación.

Una de las cosas que más orgullo le daba de su Academia era su completísimo laboratorio de física y química. La verdad es que era lo más completo que tenía, muy por encima de su alumnado, era una de esas cosas que hacen cierto el dicho de que “la miel no está hecha para la boca del asno”.

Un día decidió mostrarnos como se hacía de verdad una de las reacciones que acostumbrábamos a hacer en la pizarra. La cosa era fácil, consistía partir de ácido clorhídrico y zinc para obtener cloruro de zinc e hidrógeno.

Para ello íbamos a emplear el siguiente esquema:


En un matraz teníamos que poner agua y un poco de Zinc, lo tapábamos herméticamente con un tapón, que disponía de dos tubos, uno de seguridad (sin reflujo) y otro en forma de “S” para extraer el gas, un bol de cristal con agua y una ampolla conectada a una jeringuilla.

Nos aviso que el hidrógeno El hidrógeno, un gas altamente inflamable, puede acumularse en concentraciones explosivas dentro de tambores o cualquier tipo de recipiente, y que hay que tener cuidado al mezclar ácido clorhídrico con agua, siempre hay que poner el ácido sobre el agua y no al revés.

Él era el encargado de manipular y nosotros de ver. Con un cuentagotas cogió un poco de ácido clorhídrico, lo introdujo por el tubo de seguridad, este se mezclo con el agua, entro en reacción con el zinc, con lo cual, se obtenía cloruro de zinc que se disolvía e hidrógeno que salía por el tubo en “S”, burbujeaba en el agua y se almacenaba en la jeringuilla.

Terminado el experimento, comprobamos que coincidía con las cifras que habíamos calculado en clase. Finalizada la explicación, para terminar de ser instructivo, decidió mostrarnos que el hidrógeno era muy combustible, para ello separó la jeringuilla del resto del aparato, nos dijo que nos apartáramos y con cuidado acerco el mechero a la boca de la jeringuilla.

 
De repente, sonó como un disparo y un cristal que se rompía, todos nos echamos al suelo, él se quedo de pie, quieto, pálido, con el mechero en la mano.

No tardó don Rosendo de entrar en el laboratorio con un émbolo y diciendo que quien de nosotros lo habíamos tirado por la ventana.

Aquél día nos quedo claro lo que no había que hacer.