Al fin, despues de 8 meses de escribir y casi un año intentando
publicarla, al fin me han llegado los dos primeros ejemplares,
proximamente tendré más y a no tardar mucho estara disponible en Amazon.
Estoy contentísimo, no es que sea una gran novela, pero es la mia, en
ella he dejado trocitos de mí.
Algunos de vosotros me habéis preguntado sobre el tema de la novela. He pensado que muchas de esas preguntas quedan contestadas en el prólogo, por eso os lo copio a continuación:
Ya esta a la venta en Amazon: La cinta de Moebius
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* * *
Prólogo
Mi
biografía tiene peculiaridades que han influido en mi vida y que, en
cierto modo, se ven reflejadas en la novela. Desde el nacimiento
sufrí una grave enfermedad de corazón, la tetralogía de Fallop,
que limitaba muchísimo mis capacidades de movimiento, apenas podía
recorrer el pasillo de mi casa. Esta circunstancia me obligó a
permanecer solo y aislado toda la infancia, prácticamente los únicos
contactos de mi edad eran mis hermanos, jamás pude acudir a un
colegio, tener unos compañeros y aprender los rudimentos de las
relaciones sociales. Los médicos suponían que no podía durar
muchos años, no merecía la pena el que me relacionara, no me iba a
hacer falta nunca. Como es natural, echaba de menos poder moverme y
estar con otros niños, pero no era infeliz del todo, generé mis
aficiones, encontré un gran refugio en la lectura, en la fantasía y
me tenían entre algodones, estaba hiperprotegido. Fue en aquella
época cuando inicié la costumbre de escribir mis pensamientos e
ideas, algo que se prolongaría hasta cerca de los 30 años.
Pero lo
que tiene la vida, yo aguantaba más de lo previsto, me negaba a
morir, y, por otra parte, lejos de allí, la Ciencia seguía sus
pasos, realizaba sus avances, cada vez los cirujanos eran más osados
y terminaron por encontrar la solución, la operación, a mi defecto.
Este hecho dio un vuelco radical a mi vida, se hizo el milagro sin ir
a Lourdes, llegó la hora y la viví talmente como alguien que
entrega graciosamente su vida y se enfrenta a su muerte, para que su
otro yo (el que iba a nacer, la vida que surgía de su propia
muerte)- heredara todos los sueños y proyectos acumulados durante
los años de reclusión.
Recuerdo
perfectamente mi primera salida de la clínica, la sensación de
poder caminar y caminar sin caer rendido a los pocos metros, era el
claustro del Monasterio de Sant Cugat, no podía dejar de andar y dar
una y otra vuelta, era como una droga, algo que posteriormente haría
para atenuar tanto la ansiedad como la depresión.
Pero no
me imaginaba lo dura que iba a ser mi entrada en la realidad, parecía
algo inocente, pero entrar a saco en la adolescencia sin haber
experimentado la infancia y la pre-adolescencia era más complejo de
lo que cabía esperar, me sentía fuera de lugar, no sabía cómo
comportarme, cómo tratar a los demás, no podía evitar sentirme un
bicho raro. La necesidad de evadirme de aquellas circunstancias
acuciantes, ocasionó que me refugiara en fantasías, en
ensoñaciones. Soñaba despierto que era un extraterrestre, que era
un «elegido», un viajero del tiempo... que de un momento a otro se
iba a producir en mí una transformación, que me iba a hacer un ser
extraordinario, alguien admirado por todos. Y todo esto lo dejaba
reflejado en mis escritos.
Uno de
los aspectos más duros fue mi relación con las mujeres, no sabía
que hacer, desconocía totalmente los rudimentos de la seducción,
estaba desarmado, actuaba con absoluta torpeza, con exceso de
timidez, con una fuerte pátina de moralina fruto de mi educación
católica, llegaba a tal punto mi respeto que terminaba siendo un
tonto. Mucho peor, mucho más doloroso, fue cuando el Amor surgió
sin haber superado este estado de papanatismo; el llevarlo a buen fin
era una auténtica quimera, algo imposible de alcanzar, algo que me
llevó a la desesperación, a plantearme el saltar sobre la vía del
tren, el huir frecuentemente a desahogarme a la montaña (por la que
siempre he sentido una gran fascinación) el no importarme el
ridículo... y el imaginar, reflejar en mis escritos, mis situaciones
en las que se producían milagros que me destacaba.
Hace un
par de años, durante el verano, me dediqué a recopilar, ordenar y
publicar en libros las fotografías de aquella época de pandillas,
lo cual me trajo recuerdos de aquel tiempo. Como suele ocurrir cuando
te has ido lejos y no has cerrado con el día a día tus relaciones e
imágenes, estas permanecían en la memoria con absoluta viveza, como
si no hubiera pasado el tiempo, como si todo siguiera en su sitio,
como si aquellas amistades siguieran teniendo ventipocos años. A las
imágenes que me proporcionaban las fotografías se unieron las
fantasías, los sentimientos y las sensaciones que me proporcionaron
la re-lectura de esos cientos de hojas escritas en otra época.
Mis
circunstancias actuales, la enfermedad, la soledad, el aislamiento,
la falta de afectividad... representan una especie de regreso a ese
primer mundo, a ese primer César, encerrado en casa, entre sus
libros, esperando su fin... La vida se cierra como una cinta de
papel, los dos lados se funden en una sola cara, mires hacia donde
mires la meta parece la misma... la historia terminaba por cerrarse
en una cinta de Moebius.
No sé
el motivo, pero me propuse dar forma de historia a todo ese
contenido. Por necesidad tenía que ser una historia de amor, una
historia de adolescencia y, por tanto, una historia contradictoria,
de lucha, de búsquedas, de cambios, de confusión, de miedos, de
pasiones... Una historia que reflejara esas sensaciones, casi siempre
encontradas, que ponían de manifiesto las inquietudes de aquel
joven.
No es
una historia de Ciencia Ficción aunque contenga saltos en el tiempo,
mundos fantásticos y aparatos extraños; no es una novela de
misterio, aunque hay elementos inexplicables, personajes
inquietantes... Es sencillamente una novela rosa, una historia de
amor, desarrollada por una mente trastocada, en ocasiones febril, una
historia común donde se va colando, filtrando osmóticamente, el
mundo de la fantasía.
No he
pretendido que fuera aséptica, ni políticamente correcta, no me
puedo esconder de mi necesidad de discurso ideológico, he pretendido
que fuera digna hija de su padre, que comunicara mi forma de ver la
vida y el mundo, por tanto, apuesta por el individuo, por la
importancia de enfrentarse a los convencionalismos, procura incitar
la búsqueda de la libertad, el crearse el propio criterio, el
negarse a vivir la vida que otros nos diseñan, el apostar por un
paradigma ético en que lo «bueno» es aquello que da «gozo»,
«placer», a nosotros y a los demás, y que «malo» es aquello que
produce «dolor», «sufrimiento» a nosotros y a los que nos rodean.
Me gustaría que, en cierto modo, esta historia contuviera, como se
dice en su texto, esporas de libertad.
Sé que
muchos reconocerán los lugares donde se desarrolla, algunos de los
hechos y algunas de las actitudes, no he pretendido ocultarlos a los
ojos de aquellos «iniciados» que me conocieron, he querido ser
trasparente. Lo que nadie debe buscar son personajes reales, no hay
ninguno puro, cada uno es la mezcla de varias personas que se han
cruzado conmigo a lo largo de la vida, y les he añadido mi fantasía
haciéndoles decir y hacer lo que yo quería. Tan solo he empleado
nombres reales en algunos personajes secundarios. En cualquier caso
es justo reconocer la contribución de todos aquellos que han
compartido cachitos de su vida conmigo, me han mostrado lo variadas
que podían ser las personas y las muchas formas de pensar que uno se
puede encontrar. Gracias por dejarme vivir en vuestra vida. Una
mención especial se la debo a mi hija, personificación de mi único
éxito en mi proyecto vital, espero que algún día lea este libro y
sirva para acercarle un poco a quién fue su padre y que comprenda
mis actitudes y que ella también es parte de estos personajes.
La
novela me ha animado a regresar a aquellos lugares, a reencontrarme
con algunos de aquellos y me ha servido para ver que aquel camino
ahora es carretera, que aquella carretera es ahora una autovía, que
el puente ha desaparecido, que ya no hay vía, que aquella casa se ha
hundido, que aquel desconchón esta enlucido, que aquel nogal ya no
da sombra, que aquellas huertas están llenas de adosados, que
aquellos rostros soñados, llenos de belleza, han perdido su lozanía
y las arrugas se han adueñado de ellos, que aquella melena se ha ido
para dejar a la vista el cuero cabelludo, que aquel pelo azabache
luce hoy blanco... Que la vida ha seguido para todo y para todos, que
aquello y aquellos ya no existen. En cierto modo me ha servido de
autoexorcismo.
Originalmente
contenía medio centenar de citas explicando el entorno histórico
donde se desarrolla la segunda parte, pero finalmente he decidido
suprimirlas, como acertadamente me dijeron, distraían la historia
principal, si queréis saber más sobre todo eso, tan solo tenéis
que consultar los nombres en internet.
Aquí
tenéis mi novela, no tiene grandes pretensiones, incluso pienso que
es una auténtica osadía el ponerla en papel, pero es un capricho,
quiero qué esté al alcance del que le pueda interesar.
Muchas
gracias por llegar hasta aquí.
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