viernes, 13 de febrero de 2015

Carta abierta a una amiga sobre el amor.



Querida amiga*

No te escribo hoy sobre el amor por ser víspera de San Valentín, te escribo por que si, por que te debo la contestación desde hace mucho tiempo. Hace años, en una de nuestras largas cartas me preguntaste que pensaba yo de la amistad y del amor, entonces no te supe contestar, al menos no lo hice con claridad, estaba demasiado contaminado por las ideas platónicas tan difundidas por el cristianismo, estaba confundido por las predicas sobre el amor, el pecado, el sexo... estaba inmerso en la idea de la maldad de aquello que realmente nos aproxima unos a otros, estaba demasiado imbuido por el formalismo, por las estupideces de las fidelidades y los amores sagrados para toda la vida. Tanto humo de incienso no me dejaba ver lo sencillo que era todo.

Ahora tengo claro que el amor no es sino un bonito nombre para denominas a la empatía, si, todo amor, todas sus manifestaciones, hasta las ficticias, es una manifestación de este concepto.

La definición de empatía en la Wikipedia, aunque sea un poco fría dice mucho:

La empatía es la capacidad cognitiva de percibir lo que otro individuo puede sentir. También es descrita como un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra.

O más sencillamente, la del Diccionario de la RAE:

Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.

Por tanto sentimos empatía por alguien o algo cuando lo conocemos, cuando sabemos de sus sentimientos, de sus ideas... y las compartimos aunque no coincidan con las nuestras, es en cierto modo implicarnos en la vida del otro. Y a fin de cuentas que es el amor, que es lo que lo caracteriza.

Pensemos en varios tipos de amor.

Amor paternal. No es acaso el que los padres se interesan y comparten los sentimientos de sus hijos, no se alegran cuando son felices y no sufren cuando los hijos sufren, no es compartir los sentimientos. Lo mismo podríamos decir de amor filial o fraternal.

El amor a los animales. No es conocerlos, entender lo que sienten, ver sus problemas y hacerlos nuestros.

El amor a nuestro equipo de fútbol. En el fondo es que hacemos nuestras las aspiraciones de ese club.

Y el amor a Dios (para los creyentes), no es interesarse, conocer, compartir los diversos aspectos de la religión.

Y el amor a los demás, así en genérico, al fin y al cabo es interesarse, compartir, sentir junto a todos los que nos rodean.
Por sencillo que sea, para mi el amor, en general, es la empatía.

¿Y la amista?. La amistad es algo muy grande, es un milagro químico, una coincidencia, un instante, una similitud... hay algo que acerca una persona a otra, sin explicación eres capaz de mostrar desnuda tu personalidad delante del otro, es como si el pudor, la necesidad de guardar la intimidad, saltara hecha añicos ante la presencia del otro. Puede que no sea perfecta, puede que siempre quede algún rincón que seamos incapaces de ofrecer al amigo, pero sin duda es un ejercicio titánico de apertura de si mismo.

La amistad es de lo más bonito que te puedes encontrar, es la comunicación interpersonal por excelencia, un auténtico amigo es la persona que más conoces y que mejor te conoce, la interacción, la comunicación es intensa, acerca las ideas, muestra los sentimientos, se ofrece y se demanda.

La amistad esta muy poco valorada. Eso es debido a que la mayoría de las personas no han disfrutado de ella, la confunden con el compañero, con el conocido, con ese que llaman amigo pero del que apenas se sabe de él. de esos he tenido decenas y decenas, pero de verdad solo uno. Eso no es lo mismo, ¿a qué no amiga?, eso no es lo que teníamos entre nosotros.

¿La amistad es amor? Sin duda, si el amor es empatía, que mayor empatía puede haber que en una auténtica amistad, dos personas que se conocen, que saben sobre las ideas y los sentimientos del otro, que los comparten que los asumen, que los hacen comunes. Los amigos son amantes.

Pero, también la amistad es efímera, la amistad, como el amor, necesita ser alimentado, necesita el contacto, necesita seguir compartiendo, necesita mantener esa química que mantiene junto a los amigos.

Pero, y en esto donde queda la pareja. Es otro concepto otra figura que el cristianismo a deformado, lo ha adaptado a sus necesidades de dominio, lo ha formalizado, lo ha restringido, lo ha limitado... en otras palabras, lo ha destrozado, lo ha dejado sin su frescura, sin su espontaneidad...

La pareja (o parejas) es una apuesta de una amistad, dos amigos, que sienten empatía, que comparten los sentimientos, que se dan cuenta de que sus proyectos de vida tienen mucho en común... deciden establecer un proyecto de vida en común.

Por desgracia, por la deformación que religiosamente se ha dado a la idea de pareja, se dan muchos matrimonios, muchas parejas, frecuentemente unidas por un mero atractivo físico y dominadas por los intereses, donde apenas hay conocimiento, no hay comunicación, no puede haber empatía, no hay amistad, no existe auténtico amor.

Después de muchos años puedo decir que más vale una buena amistad que un amor platónico.

En resumidas cuentas la amistad y el amor son palabra similares, a la pareja, a la que socialmente se asocia el segundo concepto, solo le separa un paso, la decisión de intentar un proyecto común (parcial, por supuesto).

Como siempre, llego tarde, mis explicaciones se han prolongado en el tiempo más de lo razonable. Un abrazo, vieja amiga.

César

* no importa el nombre, si lee este texto sabrá que es ella.

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